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El culto a Chávez o el chavismo como religión

Resumen

En este artículo de opinión nos proponemos analizar las características del liderazgo de Chávez. Lo hemos organizado alrededor de tres etapas cronológicas. La primera trata de la figura de Chávez y el surgimiento del chavismo a partir de la insubordinación de 1992. En la segunda, estudiamos el chavismo en el poder y la manera en que se fue construyendo el imaginario en torno a Chávez. En la tercera y última, abordamos el tema del chavismo después de la muerte de Chávez, lo que podríamos considerar el surgimiento de un culto casi religioso sobre su personalidad. En este artículo deseamos mostrar como ese culto hace que se pierdan los logros y el aporte de este proceso revolucionario a la revalorización del socialismo. 

Palabras claves: Chávez; Chavismo; Ideología; Religión; Socialismo.

Résumé

Dans cet article d'opinion nous proposons d'analyser les cacractéristiques du leadership d'Hugo Chávez. Nous l'avons organisé autour de trois étapes chronologiques. La première traite de la figure de Chávez et de l'émergence du chavisme à partir de l'insubordination de 1992. Dans la deuxième partie, nous étudions le chavisme au pouvoir et la manière dont s'est construit l'imaginaire autour de Chávez. Dans la troisième et dernière partie, nous abordons le thème du chavisme après la mort de Chávez, que l'on pourrait considérer comme l'avènement d'un culte quasi religieux de sa personnalité. Dans cet article, nous souhaitons montrer comment ce culte affaiblit les réussites et l'apport de ce processus révolutionnaire à la revalorisation du socialisme.

Mots clefs : Chávez ; Chavisme ; Idéologie ; Religion ; Socialisme.

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Pedro Rodríguez Rojas

Doctor en Ciencias Sociales e Historia

Profesor Titular Universidad Simón Rodríguez - Venezuela

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Janette García Yépez

Doctora en Historia

Profesora Universidad Lisandro Alvarado - Venezuela

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 El culto a Chávez o el chavismo como religión

 

Introducción. El Liderazgo de Chávez

         Para 1998 la mayoría de los venezolanos estaban cansados de la corrupción de los gobiernos de la Cuarta República (1958-1998) y el populismo rentista(1), había un profundo desengaño, lo que se manifiesta en las continuas protestas, en la abstención electoral(2), que conllevaron a movilizaciones populares espontaneas como las del 27 y 28 de febrero de 1989. El país estaba amenazado por la ingobernabilidad y la violencia. Hugo Chávez que en esa época era poco conocido con un: “por ahora”, comienza a convertirse en el centro del accionar político venezolano que perdurará más allá de su muerte. Chávez impacto en la conciencia del pueblo venezolano, desde la insubordinación de 1992 y hasta la fecha no le fue indiferente a nadie en el territorio venezolano.

El chavismo, si bien tiene una fuerte sustentación en la renta petrolera, seria no solo mezquino sino ingenuo calificarlo de régimen carismático-populista. Sin dudas construyó un poder simbólico, pero su legitimidad no radica solo en lo simbólico. El presidente Chávez fue un hombre frontal en el discurso y la acción. Además de sus condiciones carismáticas: como pedagogo, comunicador, este hombre de origen popular materializó una política social. Creó un sentimiento de identidad con el pueblo, entre el nacionalismo y el apego religioso, conectó a Bolívar y Cristo. Reinterpreto la historia venezolana, pero también el lenguaje, el discurso, la jerga, la gramática y creó un nuevo modo de comunicación con el pueblo. El chiste, el canto, el sarcasmo, el grito, forman parte de ese nuevo comportamiento político.

Chávez dominó a plenitud el rol de comunicador, era entendido y escuchado por gran parte del pueblo venezolano porque trasmitía un mensaje, un proyecto de país y de mundo y no solo lo enunció, creó las bases para una nueva sociedad (llenas de contradicciones y ambigüedades, como es lógico). Tuvo carisma sí, pero no fue un líder carismático. En todas las posturas que acusan a Chávez de populista carismático lo que se pretende es negar su verdadero papel histórico como líder popular.

El intelectual norteamericano James Petras define a Chávez como “político realista dispuesto hacer uso de las prerrogativas del poder Ejecutivo para defender las reglas de la democracia popular” (Colombet, 2009: 39). Por su parte William Castillo, señaló que el liderazgo del presidente Hugo Chávez no puede ser evaluado sólo en términos de carisma y de relación mágico-religiosa, esta tesis obvia “algo esencial, que es que Venezuela está viviendo un profundo cambio cultural, aquí hay una elevación del nivel de conciencia, este es un país culto, que lee, que discute y habla de política, y es capaz de descifrar las claves de la realidad en términos ideológicos” (Castillo, 2012: 1). En esta misma tónica, el periodista, licenciado en artes militares, con maestría en ciencias políticas y apasionado lector, José Vicente Rangel ha señalado que el liderazgo de Chávez no descansa sólo en su carisma, sino también en su preparación política.

I. La ideología chavista

          Los políticos e intelectuales opositores como Fernando Ochoa Antich han utilizado diversos calificativos al describir el liderazgo de Chávez o el “fenómeno” chavista: golpista, dictador, autoritario,  caudillo, ególatra, bonapartista (Fernando Ochoa Antich, 2011). En cuanto al chavismo como ideología, lo han descrito como: petropolítica, neo-populismo carismático, monstruosidad ideológica, retórica histriónica, militarismo, arcaísmo ideológico, “anacronismo político” (José Mendoza Angulo, 2001), “mitología izquierdista” (Fernando Rodríguez, 2002), “laberinto ideológico” (Agustín Blanco Muñoz, 1998).

Algunos autores, como Arenas (2005: 51), lo han acusado de pragmatista y populista, de tener una obsesión caudillista. Sin negar que en algunos casos roce con estas perspectivas, creemos que representó un liderazgo propio y autóctono, un proyecto distinto. A nuestro modo de ver, Chávez asentó su poder en tres bases fundamentales: el apoyo de las clases populares, la creciente renta petrolera y la unión política entre el poder civil y las fuerzas armadas.

Con aciertos y desaciertos, Chávez y el chavismo se han nutrido de diversas ideologías, teorías y filosofías políticas. Algunas de ellas contradictorias, propias de un proceso en formación y construcción. Desde la Academia Militar existen documentos escritos por Chávez y sus compañeros de lucha: Árbol de las tres raíces (1983), el Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007), pasando por la Constitución Bolivariana de Venezuela (1999), los principios de los partidos políticos que fundaron (MBR-200 en 1982, MVR en 1997, PSUV en 2007), hasta llegar al Plan de la Patria (2012).

Diferimos con autores venezolanos quienes consideran al régimen de Chávez propio de un nuevo tipo de populismo, populismo posmoderno (Arenas, 2005: 53). No tenemos la menor duda de que al principio del mandato de Chávez esta ha podido ser una apreciación valida. El mismo reconoció ser simpatizante de “La Tercera Vía”. Pero después del golpe de estado (2002) y la huelga general (2002-2003) esto quedó en el pasado y asumió el socialismo. A nuestro modo de entender, denominar al chavismo y otros movimientos políticos latinoamericanos como populista es otro calificativo utilizado para negar la presencia eminente de proyectos socialistas en la Región.

En Venezuela más que la lucha entre chavistas y oposición, está en juego la lucha por imponer dos modelos societales distintos: un modelo económico social de carácter popular propiciado por los gobiernos de Chávez y otro donde se impone el dominio del mercado sobre el resto de la sociedad, propuesto por la oposición. Más de tres décadas de neoliberalismo en América Latina han dejado claro los resultados de este modelo, que ha afectado a la mayoría de población pobre de la Región. Este gobierno ha hecho demostraciones de defensa del Estado Nación, de frenar los intentos de desquebrajar las instituciones nacionales, logrando consolidar una política internacional en defensa de la autonomía nacional y promover la integración latinoamericana y tercer mundista, como único mecanismo de los países pobres para enfrentar los desmanes del avasallante y violento proceso de globalización.

II. Chavismo y religión

         Para el sacerdote Arboleda Mora, en el contexto actual existen unas “religiones a la carta”, según el gusto particular de cada quién. El pluralismo religioso constatado en la sociedad posmoderna puede deberse a diversas causas. Una de ellas es la crisis de la autoridad de la iglesia y de la familia. La pérdida de confianza en las fuentes tradicionales de autoridad (Arboleda, 2008: 33). Para Pacheco más que nunca la gente está deseosa de cualquier cosa que “huela a religión”. El gran reto es que no estamos preparados del todo para satisfacer a toda esa gente que tiene un inmenso deseo de lo religioso (Pacheco, 2011: 25).                                                                                                                             

Todas estas referencias las traemos a colación en virtud de lo que se ha hecho llamar el culto a Chávez, que para algunos llega a lo mitológico, degenerando en un culto religioso, los que ya algunos han llamado la “religión chavista”. En efecto, como hemos señalado son conocidas las cualidades personales y carismáticas pero más aún políticas y sociales del presidente Chávez, pero otra cosa es convertir el chavismo en un culto, en fanatismo, deshumanizar al líder, convertirlo en un ser perfecto e inalcanzable.

El chavismo es un movimiento político, que se nutre de diversas corrientes ideológicas (bolivarianismo, indigenismo, socialismo, cristianismo, marxismo, entre otras), que promueve el humanismo socialista, el nacionalismo, el antiimperialismo, pero que partiendo del bolivarianismo, rescata nuestras raíces históricas. Es un proyecto político que ha hecho posible la reapropiación del socialismo a nivel mundial, el cual después de la caída de la Unión Soviética (1991) pocos gobiernos enarbolaban.

Lo otro es el socialismo cristiano(3), una postura eclética del presidente Chávez, quién constantemente se refirió a Cristo como socialista, pero al mismo tiempo creía en los santeros, en la naturaleza, muy propio del ser religioso del venezolano. Un escapulario, el cual asegura heredó de su bisabuelo materno, Pedro Pérez Delgado “Maisanta”, citas bíblicas en casi todos sus discursos, son los primeros signos que marcan la cercanía del presidente Hugo Chávez con la religión católica. Innumerables veces ha relatado que fue monaguillo durante su niñez en su natal Barinas. Por otro lado, lo observamos enfrentado a la cúpula de la iglesia pero al mismo tiempo besa la mano y se reúne con el Papa, con Juan Pablo II en 1999 y 2001 y con Benedicto XVI en 2006.

Desde el 2005 cuando asumió por primera vez el socialismo en el Foro de Sao Paulo, advirtió sus diferencias con otras experiencias socialistas y señaló que su propuesta era el socialismo cristiano. En la campaña electoral del 2006, Hugo Chávez anunció que en el nuevo período de seis años en el que gobernará instalará “la nueva era” del “socialismo del siglo XXI”, que tendrá un “espíritu bolivariano, indigenista y cristiano” (24 de diciembre de 2006). El mandatario venezolano asegura que el suyo no es el socialismo soviético “que fracasó” y que no plantea las tesis de Carlos Marx, “ajenas a Latinoamérica, sino las ideas del peruano José Carlos Mariátegui: tomar las raíces del indigenismo americano” (Da Corte, 2012: 3). “Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no” (Chávez, 2007).

El chavismo matizado y edulcorado de bolivarianismo, cristianismo, humanismo, “buen vivir” suena menos radical. Por eso las ambigüedades con el marxismo, entre el autoritarismo militar o el demócrata, el revolucionario o reformista. A nuestro modo de ver estos matices le han hecho daño al proyecto de revolución. La han debilitado, con el discurso del amor, hermandad, la exaltación de la pobreza, se dispersa y se pone en minusvalía la conciencia y la lucha de clase, la teoría y la filosofía socialista, la claridad del objetivo del enfrentamiento al enemigo burgués y al capitalismo mundial.

III. Chávez, Bolívar y Cristo

         No tenemos duda que este culto lo inició el propio ex presidente Chávez. Desde el discurso, el uso de su imagen, la intolerancia frente al adversario y las críticas, la incapacidad o negación al surgimiento de líderes emergentes dentro del chavismo, son demostración de este proceso. En cuanto la postura más radical de este culto, o el surgimiento de una religión chavista, el propio ex presidente asumió posturas que para muchos buscaban asemejarlo primero a Bolívar y luego a un Cristo del siglo XXI.

Con una capacidad histriónica verdaderamente impresionante, Chávez, desde un principio se fue homologando, primero con Bolívar, acomodando las palabras y los hechos del Libertador a sus necesidades. Llegó a recrear el rostro de Bolívar a su imagen, con sus mismas narices gruesas, labios carnosos y pequeños ojos. Luego, ya no siendo esto suficiente, comienza a transformarse en un nuevo mesías, en un nuevo Cristo. Se hace retratar rezando, arrodillado ante cuanto altar encuentra, abrazando y besando la cruz. En México, ante la Virgen de Guadalupe, el show mediático es impresionante. Solo semejante a las visitas de un Papa a este Santuario. Sus gestos son los mismos, su fervor religioso, una copia idéntica de los gestos y la devoción papal (Ospina, 2013: 4).

Para Ospina, las consignas propiciadas desde el gobierno: “Chávez no soy yo, Chávez son ustedes, somos todos. Ya no soy yo. En verdad Chávez es un pueblo, es un concepto: el chavismo”, “Chávez, corazón de la patria” (Ospina, 2013), son jerga de una nueva simbología, de un nuevo culto. Y por otro lado, las promesas que se ofrecen no se expresan en el lenguaje de las políticas públicas, laicas y ciudadanas, sino como “misiones”, que es un término que engloba lo cristiano y lo militar, la Misión Hijos de Venezuela (2011), Misión Milagro (2004), Misión Cristo (2007), Misión en Amor Mayor (2011). Los nombres concedidos a las misiones, sin excepción, convocan a los sentimientos, al amor, y a la protección del líder. “Es la creación de una suerte de iglesia-patria, en la que los fieles conviven unidos por los lazos que los vinculan al padre-líder, y a Cristo-Bolívar, por el amor que les dispensa a todos y a cada uno de ellos” (Torres, 2012:2).

Para sectores cúpulas de la iglesia católica, como Monseñor Roberto Lückert, arzobispo de Coro, se trata, a través de la retórica constante, de endiosar a Chávez como el Cristo de los pobres y consagrar en el colectivo un culto póstumo y permanente a su personalidad, destacó que no va acorde un dirigente político con uno religioso. 

La instrumentación de signos y expresiones lo hacen para aprovecharse de la religiosidad de la población con el fin de afianzarse en el poder, de atornillar una determinada ideología política. Una religión manipulada en favor del poder es de tipo materialista y, por tanto, anticristiana (Mejía, 2013: 1).

IV. Transformación del culto chavista

         Luego de la enfermedad y muerte del ex presidente Chávez, en vista del respaldo manifiesto en las urnas electorales durante 14 años de su gobierno, e igualmente ante la ferviente movilización y sentimiento popular(4) los días posteriores a su muerte, se han producido cambios valorativos en torno a Chávez y el chavismo. La oposición inteligentemente opta por evitar nombrarlo, para no alejar a los seguidores chavistas, a los que espera ahora poder cautivar.

Pero en cuanto a las grandes mayorías chavistas se ha generado una postura aún más emocional, que algunos han considerado casi religiosa. La antropóloga venezolana Michaelle Ascencio (2012: 43) analiza el modo en que los venezolanos se comunican con lo trascendente e identifica una serie de conductas que son muy evidentes en la relación del chavismo con la gente que lo sustenta en el poder: una fe basada en la transacción, en el intercambio con la deidad; una identidad religiosa que no ve conflicto en declararse católico y practicar al mismo tiempo ritos de la santería; una necesidad de protección, por parte de la o las deidades.

Desde su enfermedad, en su última campaña electoral en el 2012, las consignas de tipo: “Yo soy Chávez”, “Chávez es patria y corazón”, se reivindicó la idea de Chávez como el mesías de los pobres. Luego de su muerte, desde el apoteósico entierro, el Cuartel de la Montaña, museos, estatuas, plazas, calles, parques, canciones, murales, diversos homenajes en su nombre, toda una simbología y política iconográfica alrededor de su imagen, lo que podrían contribuir con este proceso mitológico del culto a Chávez.

En el 2013, en la Parroquia 23 de enero inauguraron el jueves Santo una capilla a la cual le dieron el nombre de “Santo Hugo Chávez”. Recientemente (1/09/14) María Estrella Uribe, en el contexto del III Congreso del Partido Socialista Unidos de Venezuela (PSUV), el partido más importante pro gobierno, le cambió la letra al “Padre Nuestro” y se la dedicó al expresidente de la República, Hugo Chávez. El diputado del PSUV, Andrik Cordero declaró para el diario Aporrea (2013): “Hablar de Chávez es hablar de un Santo, ese hombre dejo de ser terrenal sin duda, estaba en otro plano, su visión era impresionante y futurista, quien podía ver lo que Chávez veía, solo Jesús, o alguien enviado por Dios, nadie más”.

Desde el presidente Nicolás Maduro, todo el tren gubernamental, militares y los militantes chavistas han optado por llamarlo: “Comandante Eterno”, “Comandante Supremo”. “Si nuestro comandante Chávez ha sido bautizado el Cristo redentor de los pobres de América, nosotros somos sus apóstoles”. "Si hay alguien que se ganó la vida eterna, ese es Hugo Chávez"(Maduro, 2014). Desmontar ese culto va a costar mucho. El gobierno de Maduro contribuye en el fortalecimiento de ese mito como proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias y también ante el surgimiento de un chavismo crítico que no se identifica con el que fue designado como sucesor del expresidente.

Ya al inicio de la campaña electoral, que lo acabaría llevando al Palacio de Miraflores, Maduro afirmó en un encuentro celebrado en la casa natal de Chávez en Barinas que este se le había aparecido en forma de “pajarito chiquitico”. Maduro relató su experiencia del 2 de abril de 2013, sentado junto a los hermanos de Chávez: “Lo sentí ahí como dándonos una bendición, diciéndonos: hoy arranca la batalla. Vayan a la victoria. Tienen nuestra bendiciones”.

El de la avecilla que hablaba con Maduro fue el primer episodio, pero hubo más. El 12 de junio del 2013, Maduro aseguró en un mitin celebrado en Mérida que Chávez se le había aparecido de nuevo en la forma de un pitogüé, una especie local cuya característica principal es su grito agudo y prolongado. Luego, superado ya el fragor electoral, Chávez se habría manifestado en las obras de ampliación del metro de Caracas, afirmó Maduro exaltado entonces mientras mostraba la fotografía de una pared del metro en la que creía distinguir la efigie del ex presidente Chávez (Maduro, 2014).

Para Rafael Osío Cabrices (2013), después de la muerte de Chávez se “institucionalizó el fanatismo”, todo un programa planificado, según él, para rendirle culto al ex presidente, advierte que el culto a Chávez es un riesgo para Maduro y para cualquiera que ocupe su lugar, chavista o no. Apenas Maduro empiece a tomar decisiones que no complazcan a la mayoría, se expone a que dentro de ésta comience a decirse que él no es como Chávez.

Nelson Bocaranda en su columna Runrunes acusa que “Chávez es ya un culto religioso. Una nueva Santa Evita, Su imagen se ve por doquier: en calles, carteles, murales, hasta en camisetas. Su voz se escucha desde los televisores exclamando “Yo soy un pueblo!”. Y se ve a Chávez al lado de una imagen de Jesús” (Bocaranda, 2012, 5). Juan Pablo Lupi, un experto en literatura latinoamericana, compara el fenómeno con el de Evita Perón en Argentina o el del “Che” Guevera. El caso de Chávez, dijo, “ha sido algo muy bien orquestado, un proceso de fabricar un mito y de apelar a la emoción y a la devoción religioso del pueblo, es algo cuasi religioso”.

Desde mediados del 2011, el Gobierno ha distribuido gratuitamente a todos los alumnos de las escuelas oficiales los libros de la Colección Bicentenaria. En total, son 70 títulos y más de 35 millones de ejemplares, que forman parte de la bibliografía utilizada en la formación escolar. Según algunos críticos: “En muchos de ellos, hay manipulaciones históricas, propaganda a los programas sociales del Gobierno, culto a la personalidad de Chávez y falsificación de hechos”, como advierte Mariano Herrera, director del Centro de Investigaciones Culturales y Educativas (CICE). 

A modo de conclusión

         En el 2011, cuando aún no se sabía nada de la enfermedad de Chávez, publicamos algunos artículos sueltos en la prensa nacional cuya preocupación giraba alrededor de la posibilidad de seguir el proceso político revolucionario sin la presencia de su máximo líder. Hoy frente a su desaparición física, consideramos necesario la profundización del tema y los peligros del surgimiento de un culto a la figura de Chávez, que puede conllevar a los extremos de una religión chavista. Además, en el contexto del bicentenario de la independencia, en la reflexión sobre el papel jugado por los grandes héroes, hemos querido traer de nuevo la discusión ya remota, pero no por ello menos trascendental, sobre el papel del ser humano- como individuo- en el devenir de la historia. 

Ya Marx, en su obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte, advirtió sobre el papel del humano en la historia: “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a partir de elementos libremente elegidos, en circunstancias elegidas por ellos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado” (Marx, 1984: 124). Pero fue el marxista ruso Jorge Plejánov en un ensayo titulado: El papel del individuo en la historia, escrito en 1898, quien mejor asume desde el marxismo este tema: “El carácter del individuo constituye un ‘factor' del desarrollo social sólo allí, sólo entonces y exclusivamente en el grado en que lo permiten las relaciones sociales” (Plejánov, 1964: 56).

Siguiendo con Althusser, que en su momento pretendió rescatar lo más profundo del pensamiento marxista, que, a su modo de ver, se había desdibujado con un marxismo humanista ingenuo, que rayaba en el idealismo, para él :  “La historia no tiene pues, en el sentido filosófico del término, un sujeto, sino un motor: la lucha de clases” (Althusser,1974: 142).

Hemos criticado una historiografía nacional cargada de heroísmo, donde prima lo militar y político sobre lo social y económico, el hombre sobre la mujer, la fuerza sobre la inteligencia, la guerra sobre la diplomacia, el blanco sobre el indígena y el negro. En el contexto revolucionario venezolano esto ha sido fuertemente criticado, pero lamentablemente se sigue rindiendo mucho culto al héroe y aun esta desdibujado el papel de las grandes mayorías de nuestra historia.

Desde hace tiempo tuvimos fuertes diferencias con algunos compatriotas sobre la formas de percibir el liderazgo de Chávez, enfrentados a esa consigna de que “con Chávez todo, sin Chávez nada”. Quienes militamos en la izquierda desde hace décadas, y no desde hace 15 años, más aún quienes nos hemos formado al calor de las teorías marxistas, es inaceptable que los procesos históricos (revoluciones) puedan ser entendidas solo a la luz de las capacidades, caprichos, bondades de un solo hombre, por más atributos que este tenga. 

El chavismo ha tenido y tiene una carga de emotividad muy grande, que es necesaria, más no suficiente, que debe la razón primar sobre la emoción, el pensamiento y la planificación sobre los simples deseos y caprichos. Pero no hay duda que el pueblo venezolano ha cambiado políticamente, ya no es tan ingenuo como antes, la democracia participativa y protagónica, con todas sus fallas se ha ejercido, aunque la formación es más ideológica que teórico-política, este proceso se ha venido dando. Pero así como reconocemos esto, es también necesario acusar el fuerte papel jugado por el liderazgo de Chávez, el papel del estado y el partido como impulsor y motor del proceso, muchas veces pasando por encima o colocando en segundo plano al propio pueblo: al trabajador, al campesino, la mujer como protagonista principal del proceso.

Esta ha sido una indiscutible deformación, pero era necesaria, en Venezuela fue Chávez el que logró aglutinar y hacer posible el triunfo de las corrientes progresistas, que siempre habían existido, desde la colonización, pasando por la independencia, la federación, los movimientos campesinos, las lucha de las mujeres y los trabajadores, los alzamientos guerrilleros, los movimientos sociales urbanos, pero fue hasta que las condiciones se agudizaron (a partir de la crisis rentista de los años ochenta, la crisis del bipartidismo y el populismo, los levantamientos populares y militares de 1989 y 1992),  cuando se hizo posible que en 1998 un hombre poco conocido y zambo asumiera el poder con el apoyo popular, con miles de expectativas y reclamos.

El tema ahora es el liderazgo, no hay duda de lo que ha producido la ausencia de Chávez. Pero, a nuestro modo de ver, Lo importante es el futuro, no creemos que podamos ni debamos seguir diciendo que “con Chávez todo, sin Chávez nada”, y menos que “no es posible socialismo sin Chávez”. Ni siquiera el chavismo, como movimiento surgido a partir de 1992, pero con más fuerza desde 1998, se termina con Chávez, como no se terminó el peronismo sin Perón, y mucho otros movimientos sin su líder. El chavismo recoge el pensamiento del indiscutible líder de este proceso: Hugo Rafael Chávez Frías. Pero el proceso, el socialismo, es más que Chávez, es anterior a Chávez y es más importante y trascendental que Chávez.

 

Notas 

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(1) Gobiernos que basaron su legitimidad y control sobre la población con la distribución de la renta petrolera y marginaron la generación de una economía sostenible y obstaculizaron la democracia directa (Terán, 2014: 43).

(2) Para las elecciones presidenciales de 1993 la abstención fue del 49%. Fuente: Consejo Supremo Electoral, República de Venezuela, 1995,64 p. Editorial Arte, Caracas.

(3) El Socialismo Cristiano (llamado también Cristianismo Social) fundamentaría sus teorías durante el año 1891, cuando el papa León XIII publico la encíclica Rerum Novarum, según este documento, el Papa establecía su expresa oposición a la lucha entre clases sociales defendida por la doctrina marxista. [URL:  http://es.wikipedia.org/wiki/Socialismo_cristiano. Visto el 09 de marzo del 2015] 

(4)Según la BBC de Londres: “… la marea roja que desbordó las calles de la capital venezolana fue una de las mayores que se hayan realizado en torno a la figura del hoy desaparecido líder de la Revolución Bolivariana” 7 de marzo del 2013.

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/03/130306_venezuela_cronica_dia_muerte_chavez_cch

 

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Pour citer cet article

Pedro Manuel Rodríguez y Janette García Yépez, "El culto a Chávez o el chavismo como religión", RITA [en ligne], n°8: juin 2015, mis en ligne le 17 juin 2015. Disponible en ligne : http://revue-rita.com/regards8/el-culto-a-chavez-o-el-chavismo-como-religion.html